LA CITA CON DIOS
Llegué a mi casa más temprano de lo acostumbrado quería ducharme y arreglarme con mis mejores ropas, pues por la noche tendría la cita más maravillosa de mi vida, había conseguido una entrevista, nada menos que con el ser más importante que pudiera existir.
Salí de la casa con bastante anticipación quería asegurarme de llegar a tiempo pues tendría que cruzar toda la ciudad, no podía fallar, como podría llegar retrazado a una cita tan increíblemente fantástica. En esos momentos, nada era más importante que este compromiso, me hallaba sumamente nervioso, pues comprendía muy bien, que en verdad yo era una persona privilegiada, el único ser terrenal que había sido elegido para charlar con él.
Subí a mi automóvil y me dirigí hacia el sur por el Periférico curiosamente había poco tráfico a esa hora lo cual me tranquilizó pues así lograría llegar bastante adelantado a la gran cita.
Pensé para mis adentros, tal vez él me está facilitando el camino salí del periférico y al llegar al primer semáforo, noté como se acercaba a mi ventanilla un chiquillo de no más de diez años.
De esos niños de la calle que deambulan por la ciudad en busca de un medio de susbsistencia, su rostro era triste pero su mirada era limpia, su cuerpecito parecía frágil, pero su andar era firme. Al llegar junto a mí, me extendió su mano pequeña y temblorosa quiso emitir una palabra pero no le dejé que hablara, supuse que quería una limosna y se la di incluso no me percaté del importe del billete que saqué de la cartera.
No quería perder tiempo, este era uno de esos momentos tan esperado, pues estaba ansioso de llegar a mi destino, la luz verde apareció en el semáforo y me apresuré al retomar mi camino. Sin embargo, antes de poner el coche en movimiento el niño cayó al suelo, fulminado por un ataque de epilepsia, sin pensarlo dos veces, me vi bajando de inmediato del automóvil para socorrer a la pobre criatura.
Al sentirlo en mis brazos palpé la ligereza de su cuerpecito delgado y débil, un destello de ternura y compasión llenó mi ser.
Lo subí de inmediato al carro y me dirigí al hospital más cercano que pude hallar.
Al salir, de la clínica, ya con la tranquilidad de saber que la criatura estaba en buenas manos, recordé mi cita.
Se había hecho muy tarde, subí al auto y puse el acelerador para llegar lo más pronto posible.
Desafortunadamente para mí, él ya no estaba.
Miré el reloj, me había retrazado quince minutos, imaginé que se había marchado por mi demora, me sentí desilusionado y el desconsuelo se apoderó de mi ser.
Con un sabor de amargor en mi boca, alcancé a escuchar mi voz que decía.
¿Por qué Dios mío? Si sólo me retrasé unos cuantos minutos. Y fue debido a una emergencia, ¿por qué no me esperaste?
Reclame, guardé silencio y todavía montado en cólera observé la inmovilidad de la noche.
De pronto creí ver al mismo niño que había auxiliado su rostro era idéntico, pero ahora irradiaba una luz especial y escuche una voz profunda y suave que me decía:
“Hijo mío, no te pude esperar y salí a tu encuentro”
Licenciado:
Miguel Ángel Cornejo y Rosado
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31)
Que Dios te bendiga.
Un abrazo
Tu Amigo: Elías Félix.
HAY UN SOLO CAMINO: JESUS..!!!
Estimados lectores y usuarios, espero que en este video encuentres respuetas, a que camino debes seguir y que sea un medio de acercamiento a Jesús, y que sus enseñanzas calen hondo en tu corazón, para que las enseñes, las practiques y te llenen de paz, fe, esperanza y sobre todo Amor.
Felicidades y Éxitos.
Atte. Carlos Félix
HAY UN SOLO CAMINO JESUS
viernes, 2 de marzo de 2007
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